Si bien los Caminos a Santiago fueron múltiples, con el tiempo se van concretando en determinadas rutas, aquéllas que favorecidas por reyes y órdenes monásticas, estaban jalonadas de monasterios y hospitales que auxiliaban y protegían al peregrino.
Ya en el siglo XII el Codex Calixtinus describe las cuatro vías principales en Francia, la Vía Turonense, que salía de París, la Vía Lemovicense, que partía de Vezelay, y la Vía Podense que se iniciaba en Le Puy se unían poco antes de entrar en España por Roncesvalles. Por último estaba la Vía Tolosana que cruzaba el Pirineo por Somport, continuaba por Jaca y se juntaba en Puente la Reina con la que bajaba de Roncesvalles. El Camino que seguían desde aquí a Santiago se conoce como Camino Francés. Es la gran ruta de 750 Km que enlaza Europa con el norte de España: Aragón, Navarra, Rioja, Castilla y Galicia, y llega hasta el "fin de la Tierra" de los hombres medievales. Es el camino que surge pocos años después de la aparición del cuerpo del Apóstol y se convierte desde el siglo X en el eje que articula la consolidación del imperio de Alfonso VI y Alfonso VII, que permite la normalización del culto traído por los cluniacenses frente a la iglesia española mozárabe. Es la gran ruta comercial en la que se fundan y crecen las ciudades: Jaca, Pamplona, Logroño, Burgos, Carrión de los Condes, León, Astorga, etc. Y sobre todo, es el gran camino espiritual, popularizado por el Codex Calixtinus de Aymeric Picaud, que atrajo a millones de peregrinos durante la Edad Media, aunque desde el renacimiento vivió un lento declive, hasta casi borrarse en el recuerdo de los siglos.
La recuperación en los últimos años de esta ruta comenzó con los trabajos específicos: Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, de Vázquez de Parga, Lacarra y Uría; y con Las peregrinaciones jacobeas, de Luciano Huidobro, ambas escritas en los años cuarenta del siglo pasado. Estos trabajos jacobeos permitieron recuperar el legado de los Caminos de Santiago.
En España antes del siglo XI las rutas jacobeas no están bien fijadas, no estando claros los caminos que seguían los peregrinos. Será en este siglo cuando los reyes establecen hospitales, construyen puentes y calzadas, y por ello se fijan las rutas que seguirán los peregrinos. Alfonso VI en Castilla y León y Sancho Ramírez en Navarra y Aragón, serán los que mayores esfuerzos harán en favor de los peregrinos. Alfonso VI suprime portazgos. Bajo su reinado, en La Rioja, Santo Domingo trazará la calzada que enlaza Nájera con Redecilla trasladándola más al sur de su primitivo trazado.
En 1139 se fecha la primera guía del peregrino incluida en el Libro V del Codex Calixtinus, siendo su autor Aymeric Picaud. En ella se describen las rutas que siguen los peregrinos en Francia y España. Divide el trayecto en etapas y realiza una descipción de las tierras y gentes por donde pasa.
Además del Camino Francés, existen otras rutas de peregrinación. A principios del XIII al incorporarse a la Corona de Castilla, Alava y Guipúzcoa, se fundan ciudades y mejoran las comunicaciones. Por ello algunos peregrinos que provenían de París y Burdeos, siguen por la costa hasta Bayona, penetran por Irún, Tolosa , Vitoria y desde allí enlazan con la ruta tradicional en Santo Domingo de la Calzada o en Burgos. A partir del siglo XVI serán Roncesvalles e Irún las puertas principales por las que entran los peregrinos procedentes de Europa.
Ya en el siglo XII el Codex Calixtinus describe las cuatro vías principales en Francia, la Vía Turonense, que salía de París, la Vía Lemovicense, que partía de Vezelay, y la Vía Podense que se iniciaba en Le Puy se unían poco antes de entrar en España por Roncesvalles. Por último estaba la Vía Tolosana que cruzaba el Pirineo por Somport, continuaba por Jaca y se juntaba en Puente la Reina con la que bajaba de Roncesvalles. El Camino que seguían desde aquí a Santiago se conoce como Camino Francés. Es la gran ruta de 750 Km que enlaza Europa con el norte de España: Aragón, Navarra, Rioja, Castilla y Galicia, y llega hasta el "fin de la Tierra" de los hombres medievales. Es el camino que surge pocos años después de la aparición del cuerpo del Apóstol y se convierte desde el siglo X en el eje que articula la consolidación del imperio de Alfonso VI y Alfonso VII, que permite la normalización del culto traído por los cluniacenses frente a la iglesia española mozárabe. Es la gran ruta comercial en la que se fundan y crecen las ciudades: Jaca, Pamplona, Logroño, Burgos, Carrión de los Condes, León, Astorga, etc. Y sobre todo, es el gran camino espiritual, popularizado por el Codex Calixtinus de Aymeric Picaud, que atrajo a millones de peregrinos durante la Edad Media, aunque desde el renacimiento vivió un lento declive, hasta casi borrarse en el recuerdo de los siglos.
La recuperación en los últimos años de esta ruta comenzó con los trabajos específicos: Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, de Vázquez de Parga, Lacarra y Uría; y con Las peregrinaciones jacobeas, de Luciano Huidobro, ambas escritas en los años cuarenta del siglo pasado. Estos trabajos jacobeos permitieron recuperar el legado de los Caminos de Santiago.
En España antes del siglo XI las rutas jacobeas no están bien fijadas, no estando claros los caminos que seguían los peregrinos. Será en este siglo cuando los reyes establecen hospitales, construyen puentes y calzadas, y por ello se fijan las rutas que seguirán los peregrinos. Alfonso VI en Castilla y León y Sancho Ramírez en Navarra y Aragón, serán los que mayores esfuerzos harán en favor de los peregrinos. Alfonso VI suprime portazgos. Bajo su reinado, en La Rioja, Santo Domingo trazará la calzada que enlaza Nájera con Redecilla trasladándola más al sur de su primitivo trazado.
En 1139 se fecha la primera guía del peregrino incluida en el Libro V del Codex Calixtinus, siendo su autor Aymeric Picaud. En ella se describen las rutas que siguen los peregrinos en Francia y España. Divide el trayecto en etapas y realiza una descipción de las tierras y gentes por donde pasa.
Además del Camino Francés, existen otras rutas de peregrinación. A principios del XIII al incorporarse a la Corona de Castilla, Alava y Guipúzcoa, se fundan ciudades y mejoran las comunicaciones. Por ello algunos peregrinos que provenían de París y Burdeos, siguen por la costa hasta Bayona, penetran por Irún, Tolosa , Vitoria y desde allí enlazan con la ruta tradicional en Santo Domingo de la Calzada o en Burgos. A partir del siglo XVI serán Roncesvalles e Irún las puertas principales por las que entran los peregrinos procedentes de Europa.
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