Camino Frances [749 Kms.]
Orígenes Históricos
Orígenes Históricos
El Camino de Santiago comúnmente conocido es el que proviene de Somport y Roncesvalles, también denominado Camino Francés.
Es la gran ruta de 750 Kms. que enlaza Europa con el norte de España: Aragón, Navarra, Rioja, Castilla y Galicia, y llega hasta el "fin de la Tierra" de los hombres medievales. Es el camino que surge pocos años después de la aparición del cuerpo del Apóstol y se convierte desde el siglo X en el eje que articula la consolidación del imperio de Alfonso VI y Alfonso VII, que permite la normalización del culto traído por los cluniancenses frente a la iglesia española mozárabe.
Es la gran ruta comercial en la que se funden y crecen las ciudades: Jaca, Pamplona, Logroño, Burgos, Carrión de los Condes, León, Astorga, etc. Y sobre todo, es el gran camino espiritual, popularizado por el Codex Calixtinus de Aymeric Picaud, que atrajo a millones de peregrinos durante la Edad Media, aunque desde el renacimiento vivió un lento declive, hasta casi borrarse en el recuerdo de los siglos.
La recuperación en los últimos años de esta ruta comenzó con los trabajos específicos: Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, de Vázquez de Parga, Lacarra y Uría, y con Las peregrinaciones jacobeas, de Luciano Huidobro, ambas escritas en los años cuarenta del siglo pasado. Estos trabajos jacobeos permitieron recuperar el legado de los Caminos de Santiago.
En el año 1971 la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Estella, pionera en España, publica la obra de Eusebio Goicoechea: Rutas Jacobeas. En ese mismo año el cura de El Cebreiro, Elías Valiña, se encomienda así mismo la tarea de fijar el trazado histórico y publica la guía: Caminos de Compostela. Unos pocos años antes, en 1965, la iglesia de Santa María del Cebreiro, sus dependencias aledañas y el conjunto urbano de sus pallozas eran restauradas a instancias de Elías Valiña, y ya en la década de los 80, con un destartalado coche y unos botes de pintura amarilla (la que se utilizaba en la señalización de carreteras) comenzó Elías a recorrer esta milenaria ruta, llenando de flechas las encrucijadas camineras, ayudado por amigos en cada una de las provincias recorridas, labor proseguida luego por las Asociaciones respectivas e instituciones.
El hecho de visitar esta página supone, cuando menos, una intención de realizar el Camino, que, ciertamente, en cuanto al aspecto físico del esfuerzo que pueda suponer, está al alcance de prácticamente todas las personas; no existe ningún secreto, simplemente consiste en dosificar las fuerzas; debemos planificar las etapas del Camino y demás aspectos, adaptándolo a nuestras posibilidades físicas y tiempo disponible.
Filosofía del Camino
Nuestra actitud, lo iremos comprobando a medida que hacemos el Camino, irá cambiando hacia todo, evitaremos pisar las flores y las hormigas, seremos más cariñosos y amables con nuestros compañeros ocasionales y en el trato con las gentes del Camino, habremos perdido nuestro nombre y para los lugareños cuando se dirijan a nosotros lo harán con el nombre común de "peregrino".
El Camino de Santiago, nos guste o no nos guste, es un Camino sagrado que como tal lo han recorrido antes de nosotros millones de peregrinos, a lo largo de más de mil años, y como tal ha quedado impregnado.
Le debemos un respeto y además hay que tener muy en cuenta que en mayor o menor medida, todos los que lo recorremos en esa búsqueda interior, llevamos una parte del espíritu.
Si no fuera nuestro caso, lo deberemos hacer por respeto a los demás y por educación.
Los que hemos tenido ocasión de realizarlo, coincidimos en que el Camino "empieza" en Santiago. Hasta allí, lo hemos podido hacer con una u otra actitud, pero cuando lleguemos a Santiago, en absoluto será la misma que cuando salimos.
Camino será largo, kilómetros que caminando tendrán otro sentido. ¿Cuántas veces has viajado por alguno de estos lugares? Es de suponer que alguna vez te habrás emocionado con el despertar de la primavera o con un atardecer; pero, ¿con la tierra resquebrajada durante kilómetros o los pretiles para salvar caminos enfangados? Tal vez ni siquiera habías reparado en ello. Si comienzas en Somport o si lo haces por Roncesvalles, a partir de Puente la Reina un único Camino te acercará a Compostela o a Finisterre según tus preferencias.
Todo el recorrido va por el norte peninsular. En los valles altos de Huesca y Navarra podrás disfrutar de clima suave, de tipo sub-alpino. Después por la Navarra media entrarás en una zona de transición oceánica mediterránea; a medida que te adentras en tierras castellanas y hasta Astorga estarás sometido al clima continental caluroso seco, si andas en verano y las sorpresas no lo remedian. Después el Bierzo y Galicia con su suavidad oceánica calmarán un poco el cansancio.
Guarda todo lo que veas en la memoria porque los prismáticos y las cámaras pesan si eres peregrino de a pie; además, cada lugar lo vivirás en función del cansancio, la sed o la luz que haya. Es evidente que el recorrido modelará tus sentimientos. Por ejemplo, la calzada de guijarros de Calzadilla de la Cueza en Palencia es interminable, te destrozará los pies pero si los pasas al amanecer tu vivencia será diferente. De todas formas, un mismo trayecto no será el mismo con el alma serena, el apoyo de otro peregrino o con la angustia de la sed; ni una tormenta en Galicia es igual si sirve para conocer la hospitalidad gallega o sólo para mojarte.
Prepárate para un viaje subjetivo pero muy real.
Ni hemos tenido, ni vamos a tener mejor ocasión en nuestra vida de reflexionar, de interiorizar en nuestros pensamientos, de buscar y encontrar soluciones a nuestros problemas, de recibir una cura de humildad, de ver la parte positiva del género humano, en definitiva, de realizar esa búsqueda interior, que queriendo o sin querer, todos añoramos.
Qué claridad en nuestras ideas, qué perceptividad la nuestra para las personas, la flora y la fauna, el arte, la bondad..., y todo cuanto nos rodea y ha supuesto nuestra vida.
Es conveniente, por tanto, y especialmente si se hace el Camino con compañía, reservarse un tiempo, y si es al aire libre, mejor, para nuestros pensamientos, para dejarlos correr deliberadamente, analizarlos, enfocarlos desde distintos ángulos, que viaje nuestra imaginación, abandonarse, no pensar absolutamente en nada, dejar la mente en blanco.
Puede parecer en principio difícil, pero es cuestión de repetir, media hora al día será suficiente, e incluso, para los grupos ya formados, que algún día salgan sus componentes con unos minutos de diferencia para que puedan pensar con mayor tranquilidad, sin molestarse los unos a los otros, pues el peregrinar en grupo tiene sus ventajas e inconvenientes.
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