martes, 21 de abril de 2009

Año santo o Jubilar




Es un tiempo en que la Iglesia concede singulares gracias espirituales a los fieles a imitación de lo que la Biblia dice del Año Jubilar de los Israelitas:
Cada 7 años era Año Sabático, en él recuperaba las tierras quien las había vendido por necesidad y los esclavos adquirían la libertad.
Cada 50 años era Año Jubilar (Lv 25).
Condiciones para ganar el Jubileo
Visitar la Catedral de Santiago donde se guarda la Tumba de Santiago el Mayor.
Rezar alguna oración (al menos, el Credo, el Padrenuestro y pedir por las intenciones del Papa) Se recomienda asistir a la Santa Misa.
Recibir los sacramentos de la penitencia (puede ser 15 días antes o después) y de la Comunión. Estos dos sacramentos realizan la conversión y el compromiso de amor con Jesús y nuestros hermanos. Ésta es la herencia de Santiago.
La gracia del jubileo consiste fundamentalmente en una indulgencia plenaria para el perdón de la pena que merecen nuestros pecados. Los próximos Años Santos serán el 2010, 2021, 2027, 2032, 2038, 2049, 2055 ...
El Camino a Santiago se recorre por muy varias razones ... tantas como personas recorren sus linderos.El Camino es de quien lo camina , con todas sus búsquedas y todos sus afanes.
Afirmado esto, que otros enfaticen en aislados aspectos del Camino. El peregrino reivindica, modestamente, pero con firmeza, aquellos elementos que dieron origen al Camino de Santiago, a la peregrinación, e hicieron de ella un viaje esencialmente interior.
André Vauchez explica así el sentido de la peregrinación:
"Tomar el bordón de peregrino significa, ante todo, ocupar un espacio sagrado donde la potencia de la divinidad ha escogido manifestarse mediante milagros".
Una gran dificultad, de entrada, para entender lo anterior (hay algunas dificultades más), se fundamenta en la imagen tópica y especialmente peyorativa, en el fondo fatuamente orgullosa, que el hombre actual se ha forjado del hombre antiguo.
Cuando pensamos en el peregrino antiguo, enseguida nos representamos a un miserable e iluso hombrecillo medieval que, entre supersticiones bobaliconas y escrófulas sanguinolientas, con mucha suciedad y mucha hambre, se dirige a la casa del Señor Santiago para que el santo Apóstol le cure sus llagas y le satisfaga el hambre.
¿Quién puede ponerse hoy en esa situación? El peregrino actual, (tú que haces planes para recorrer el Camino) ya no es de baja estofa; se siente incapaz de pasar un día de caminata sin ducharse al final; calcula minuciosamente la adecuada y equilibrada aportación a su organismo de calorías, proteínas y complejos vitamínicos; cambia diariamente sus calcetines y su ropa interior y lleva en su mochila la tarjeta de crédito. Este hombre ¿puede tener algo en común con el crédulo y sucio peregrino medieval? Este hombre moderno parece no creerse aquello que motiva al hombre medieval y lo ponía en el Camino.
Y sin embargo, salimos una y otra vez al Camino buscando aquello que él tiene y que, de vez en cuando, se vislumbra. Vamos, volvemos al Camino, porque percibes en él algo tan intangible a veces, que ni sabes contar. Hay mucha gente que no se entera de nada, pero mucha gente sí. Deslumbra comprobar que todos parecemos descubrir la misma realidad, aunque cada uno la exprese con distintos, y a veces contrarios, nombres: el Camino es más de lo que ves. El Camino constituye un espacio simbólico. Esta es la clave del Camino.
Decir simbólico es decir que lo auténticamente real es lo no tangible, lo no real. Quizás no exista mayor diferencia de mentalidad entre el hombre antiguo (sagrado) y el hombre moderno (profano) que el distinto concepto que ambos tienen sobre lo real. Para nosotros hoy la realidad es lo que palpamos, vemos, analizamos, aparece a los sentidos. Para el hombre sagrado eso precisamente es lo no real. Lo real es lo que constitutivamente permanece siempre inalterable. Lo observable no real. El románico parece estar anunciándolo siempre: lo que ves es lo que no es, pues lo que es no se ve. Esto es el símbolo. Por aquí comienza nuesta búsqueda. Esta es la raíz.
El Camino es símbolo: lo que aparece nos remite a la real realidad del Camino. Esta no es otra que Dios. Dios es la clave, el sentido fundante del Camino. El es quien aglutina en una única entidad y experiencia la multiforme y variopinta experiencia caminera. El es la llave que abre todas las puertas, la razón que explica satisfactoriamente cuanto acontece al peregrino. La única y auténtica.
Sin Dios el Camino se apaga y se reduce a meros asuntos cotidianos, a pura historia intranscendente, a simple turismo, un tanto extraño e incómodo, pero turismo intranscendente. Al apagar el símbolo, al reducir el camino a lo que ves, a las triviales, o inusuales, anécdotas diarias, se cierra la puerta a lo maravilloso, a lo más sugestivo del Camino, a su experiencia determinante: el estremecimiento. Aunque cada cual lo llame de manera distinta, la experiencia es común: el Camino te estremece, te subyuga, te traslada a la verdadera realidad.
Luego vendrán la infinidad de cosas que el Camino es: historia, arte, senderos, naturaleza, folklore, gastronomía, heterodoxia, esoterismo, etc, etc. Pero todas ellas se fundamentan en la única realidad de la que son expresión velada.
Por eso el peregrino no es un marchista, ni un paseante, ni un viajero. Y jámas será un turista. El peregrino va a romper sin saber cómo, ni porqué, ni cuándo, el tiempo y el espacio lineal y cotidiano. "Quien no oiga el canto del cielo, no debe ir en busca del Caballero".
El peregrino necesita ojos y corazón de hombre simbólico, sagrado. Ojos de El Principito para ver que lo esencial es invisible a los ojos; para percibir que la cambiante y efímera realidad de este lado es lo no real; que la pura realidad es la que está al otro lado y cuya percepción provoca la fascinación del estremecimiento. Son imprescindibles esos ojos en el Camino a Santiago. Lo más imprescindible en la mochila.
Con esos ojos nuevos, que irán ganando lucidez día tras día, puedes cambiar la perspectiva: no eres tú el que va a meterse en el Camino, es el Camino quien va a entrar en ti. El es quien va a marcar el ritmo, te va a llevar en un indefectible itinerario hacia lo más consciente de tu propio interior
peregrino@caminosantiago.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario